
La COMIBOL rinde su homenaje al trabajador minero
La Paz, 19 de diciembre de 2025 (COMIBOL)
El 21 de diciembre de 1942, las pampas de María Barzola (antes de llegar a Catavi) se tiñeron de rojo cuando efectivos del Ejército, bajo órdenes del gobierno del general Enrique Peñaranda, abrió fuego contra una marcha pacífica de aproximadamente 8.000 personas, entre trabajadores, mujeres, niños y población civil.
Lo que comenzó como un reclamo salarial legítimo, concluyó en uno de los episodios más sangrientos de la historia de Bolivia.
La tensión en la Patiño Mines & Enterprises escaló desde el 30 de septiembre, cuando el Sindicato de Oficios Varios de Catavi solicitó un incremento salarial que fue sistemáticamente ignorado por la empresa. En respuesta el Ministerio del Trabajo de la época, se compromete a promulgar la naciente Ley General del Trabajo, siempre y cuando no se promoviese huelga alguna. Las bases mineras no aceptan la incomprensible propuesta.
Ante la constante negativa, los trabajadores iniciaron la huelga el 14 de diciembre.
La Rosca Minera Feudal (Patiño, Hochschild y Aramayo) calificó la medida de “sabotaje” contra el Eje de países aliados que contendía con el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Con ese discurso, se justificó el suministro de estaño a bajo costo para Estados Unidos e Inglaterra, a costa de los salarios de hambre impuestos a los trabajadores mineros bolivianos.
La respuesta gubernamental no fue el diálogo, sino la salida militar. El presidente Enrique Peñaranda decretó estado de sitio en Oruro, Potosí, Cochabamba y Chuquisaca. El 13 de diciembre, los principales dirigentes sindicales fueron arrestados, iniciando las movilizaciones de las bases que exigían su libertad, registrando las primeras bajas.
Fuego contra la multitud
A pesar de la presión militar para retomar las labores de producción, el 21 de diciembre los trabajadores mineros y sus familias comenzaron una marcha masiva de protesta en dirección a Catavi, hacia las oficinas de gerencia de la empresa. A las 10.00, la columna humana fue interceptada por contingentes del Ejército.
Relatos de sobrevivientes confirman que los soldados dispararon indiscriminadamente contra la multitud desarmada. Entre las primeras víctimas cayó María Barzola, palliri que encabezaba la marcha portando la bandera tricolor boliviana. La balacera se prolongó hasta las 15.00, obligando a los manifestantes a escapar y buscar refugio en lugares aledaños.
Durante las 48 horas siguientes, el gobierno de Peñaranda procedió al arresto, ejecución y destierro de los sobrevivientes, bajo el argumento de sofocar una supuesta 'sublevación' obrera.
No se conoce con precisión la cantidad exacta de los caídos y heridos en esa funesta fecha.
La masacre generó una crisis política sin precedentes. Los partidos de oposición presentaron reclamos. En el Congreso Nacional, el diputado Víctor Paz Estenssoro, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), lideró una dura interpelación contra el gabinete ministerial. El debate desnudó los vínculos entre la denominada Rosca Minera Feudal y el gobierno de ese entonces.
En ese contexto, la Ley de 18 de diciembre de 1944, promulgada bajo la presidencia del Teniente Coronel Gualberto Villarroel, en su primer artículo declara como “Día del Trabajador Minero Boliviano” cada 21 de diciembre, en homenaje y memoria de los caídos en la masacre de Catavi.
Repercusión
La noticia cruzó fronteras, despertó la solidaridad de organizaciones obreras internacionales que enviaron donaciones para las familias de las víctimas. A pesar de la indignación pública, ningún mando militar o gubernamental asumió responsabilidad penal por las muertes en Catavi.
Este hecho histórico marcó un punto de inflexión en la política nacional y consolidó el peso del sector minero asalariado como vanguardia de la clase obrera en la lucha por justicia social en Bolivia.

